La plancha del Zócalo capitalino se transformó en una gigantesca sala de cine al aire libre para celebrar el Día de la Niña y el Niño con una función gratuita de Flow, la cinta animada ganadora del Oscar. Pero más allá de la película, el verdadero protagonista de la velada fue su director, Gints Zilbalodis, quien viajó especialmente desde Letonia para compartir este momento con el público mexicano.
“Muchas gracias, México. Es increíble estar aquí. Creo que ustedes son los mejores fans de Flow en el mundo”, expresó emocionado el cineasta de apenas 29 años, al ver la inmensidad del Zócalo lleno de familias, niñas y niños listos para dejarse llevar por la historia de un gato que, sin decir una palabra, logra conmover hasta lo más profundo.
La jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, dio la bienvenida al realizador con palabras que reflejaron el orgullo de recibirlo en la capital: “Aquí estamos más de 15 mil personas para decirle que su película nos ha llegado al corazón. Gracias por compartir su arte con nosotros”.
En una ceremonia breve pero simbólica, Brugada entregó a Zilbalodis una figura de gato elaborada en arte huichol, como muestra del cariño del pueblo mexicano. Un momento emotivo que el propio director calificó como “uno de los más hermosos” de su carrera.
La cinta, realizada con el software libre Blender, se ha convertido en un fenómeno global por su calidad técnica y narrativa, logrando galardones como el Oscar, el Globo de Oro, el BAFTA y el Goya. Pero para Zilbalodis, la proyección en el Zócalo fue más que una alfombra roja: fue un encuentro íntimo con un público que se entregó por completo a su historia.
“Esta experiencia es única. No se trata de grandes salas, sino de grandes emociones. Me emociona pensar que niñas y niños mexicanos están soñando con hacer cine después de ver Flow. Esa es la mayor recompensa”, comentó el director tras la función.
La noche cerró con aplausos, abrazos familiares y una certeza compartida: el cine, cuando es auténtico, no necesita idiomas ni presupuestos millonarios. Solo necesita una historia que fluya, como Flow, y creadores valientes como Zilbalodis, que se atreven a imaginar un mundo diferente.
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