El robo de combustible, conocido como huachicol, ha dejado de ser un problema local para convertirse en una red criminal internacional que involucra a cárteles mexicanos, empresas fachada y operaciones de lavado de dinero en Estados Unidos. Según investigaciones del Departamento del Tesoro de EE.UU., cárteles como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el de Sinaloa y el del Golfo están profundamente involucrados en estas actividades ilícitas.
La operación comienza en México, donde el crudo es extraído ilegalmente de ductos de Pemex mediante tomas clandestinas o sobornos a empleados. Este crudo se transporta en camiones cisterna a terrenos controlados por los cárteles en estados como Tamaulipas, Veracruz y Baja California. Desde allí, se envía a Estados Unidos con documentos falsos que lo presentan como aceite usado u otros productos legales.
Una vez en territorio estadounidense, el crudo es refinado o vendido como si fuera petróleo texano. Las ganancias de estas operaciones se lavan a través de empresas fachada y cuentas bancarias en diversas jurisdicciones. El Departamento del Tesoro ha sancionado a individuos y entidades mexicanas implicadas en estas actividades.
Este negocio ilícito se ha convertido en la segunda fuente de ingresos más importante para los cárteles mexicanos, solo por detrás del tráfico de drogas. Las autoridades estadounidenses han intensificado la presión sobre el sistema financiero mexicano para combatir el lavado de dinero vinculado a estas actividades.
En México, el gobierno ha reconocido la gravedad del problema y ha intensificado los esfuerzos para combatir el huachicol. Operativos recientes han resultado en la incautación de millones de litros de combustible robado y la intervención de empresas fachada.
La colaboración entre México y Estados Unidos es esencial para desmantelar esta red criminal que afecta la seguridad y economía de ambos países. La lucha contra el huachicol continúa siendo una prioridad en la agenda bilateral.
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